miércoles, febrero 18, 2009

Regina Jose Galindo Y Su Santa Trinidad, Violencia, Arte Y Provocación

Aca les presento una entrevista para Este-Pais.Com, con Regina Jose Galindo:

En un mismo periódico, en diferentes páginas, aparecen dos fotografías muy similares. La primera, en la sección de sucesos, de una mujer a la que en la pierna le grabaron la palabra “perra” con un cuchillo. Aunque la foto sea en blanco y negro, el brillo de la sangre no se confunde. La otra está ubicada en la sección de cultura y, a diferencia de la “nota roja”, donde la protagonista pasa casi desapercibida y parece formar parte del paisaje violento, evoca a otra mujer también con sangre. Sólo que ésta se cortó a sí misma frente a las cámaras, quería enviar un mensaje. La mujer de la nota roja es anónima; la de la sección cultural es Regina José Galindo.

Pareciera que la carrera de Regina José Galindo ha sido guiada básicamente por la intuición y la determinación. De secretaria ha llegado a ser una artista de performance reconocida internacionalmente. Con su trabajo ha acumulado reconocimientos y rechazo; ese conflicto no le ha impedido tener objetivos claros.

Se graduó del colegio Lehnsen de secretaria y trabajó por varios años en ese puesto en agencias de publicidad, para luego ser creativa. En Prensa Libre trabajó como copy y ahí conoció a muchos poetas, que la llevaron al mundo de las letras. Publicó un libro de poemas, pero con el tiempo se dio cuenta de que lo suyo no estaba, precisamente, en las palabras y el papel. Decidió, entonces, explorar otros mecanismos para expresarse. Así, recurrió a su cuerpo como medio y se convirtió en artista de performance, una actividad poco conocida y reconocida en Guatemala. Un performance no es más que la realización de acciones, normalmente en lugares públicos, con las que se crean metáforas en movimiento. Y así, tras decidir que ésa sería su pasión se lanzó a la aventura. En 1999 llamó la atención pública por primera vez, cuando los paseantes del centro histórico se sorprendieron al observarla mientras se balanceaba en la torre de correos y leía poemas en trocitos de papel que luego lanzaba al viento.


“Ahora ya no me hago cuestionamientos, estoy firme en lo que hago, porque conceptualmente me interesa hacerlo y mostrarlo, por eso tengo el cuerpo, ése es mi vehículo”. Y así, casi por casualidad, decidió hacer de su cuerpo un lienzo, el objeto de su arte: a veces desnudo, a veces azotado, a veces encerrado. Ella hace de la acción una expresión de su forma de ver el mundo.

Su cuerpo, de corta estatura y complexión delgada, aparenta cierta fragilidad. Sin embargo, lo ha forzado a ser su herramienta de trabajo, y dice “la relación con mi cuerpo es estrecha, todo lo hago a partir de él”. Y es, precisamente, este exponer su cuerpo y sus ideas lo que le ha traído tantas críticas como premios. Las críticas, en su mayoría, provienen de Guatemala, y los premios del extranjero. Considera que los guatemaltecos no están acostumbrados a este tipo de expresiones artísticas. “Aquí son más distantes con su cuerpo en todo sentido, hasta en lo sexual y en lo moral. Yo viví en el Caribe y veía esa relación que tiene esa cultura con su cuerpo, es más libre. Eso no existe en el guatemalteco”. Y así como no se ha medido para sus acciones y performances, tampoco lo hace para hablar: “el guatemalteco es más apretado para todo o juega a ser apretado, es una doble moral, siempre constante”.

Y es este tipo de acciones o actitudes poco convencionales son las que le dieron un lugar en Guatemala, sea por polémica, sea por creativa. Aunque ella asegura que su afán no es provocar, sino expresarse; lo cierto del caso es que las críticas han estado a la orden del día, desde la sociedad y la prensa. “El otro día desempolvaba papeles para hacer un dossier y solicitar una beca en el extranjero y me encontré con muchos recortes de prensa. En su mayoría eran notas burlonas o con críticas y cosas muy nocivas, pero ante todo, poco serias y superficiales. Se criticaba lo que hacía no por su profundidad, sino porque no lo entendían”.
En el arte moderno, en las expresiones actuales, ya no es la belleza -un concepto tan fluctuante y escurridizo- lo que lo caracteriza. Las fronteras de género y de corrientes, se han caído. Y eso es, quizás, lo que alborota a algunos conservadores de lo clásico.

Y es que, para algunos, una mujer balanceándose a 20 metros de altura, desnuda y orinando, no sería digno de denominarse arte. Pero para otros lo es. Una acción como esa permite a algunos crear una metáfora, darle un sentido a la imagen.

Otro ejemplo: los retratos que le hicieron cuando un reconocido cirujano plástico trazó en su rostro y cuerpo todas las cirugías que necesitaba para ser perfecta según sus cánones estéticos, dejándola completamente cubierta de trazos de marcador, poniendo en evidencia lo superficial de una sociedad donde se privilegia la apariencia sobre la esencia.

Con sus acciones, casi siempre callejeras, Regina José Galindo es un ser controversial, que revuelve el hormiguero. Y eso le ha valido grandes reconocimientos, como el de hace dos años, en la Bienal de Venecia, donde ganó el León de Oro. “Cuando gané el premio, salieron un montón de noticias muy positivas, pero yo ya no estaba aquí, esas cosas no pasaban antes. Tiene que haber una aceptación exterior para que haya una aceptación en el país. Si afuera aprueban algo, entonces aquí se aprueba. Es algo, muy normal en países pequeños, que siempre actúan de acuerdo con los grandes poderes”.

El premio de la Bienal la ha llevado a tener una carrera internacional de la que aquí poco se sabe. Actualmente, por ejemplo, trabaja para dos galerías en Canadá y en Italia, y es invitada a distintos festivales, para que realice sus performances.

El lienzo que escupe
La mayor parte de los performances se registran fotográficamente y en vídeo. Uno de los que más se comentó, fue himenoplastía (uno de los vídeos con que ganó la Bienal de Venecia). En la cultura guatemalteca sorprende que una persona hable tan directa y sin rodeos “yo me regeneré el himen, me hice la operación quirúrgica y se filmó.

Perteneció a una exhibición colectiva llamada Cinismo, organizada por Belia de Vicco. De allí me surgió la idea. “Se anuncia en los periódicos ‘vuelva a ser virgen’… una doble moral no sólo de las mujeres, sino de los hombres y de toda la sociedad”. Porque con sólo cambiar la perspectiva y evidenciar lo que sucede clandestinamente, se puede causar incomodidad.

Pero ¿se trata del arte por el arte? ¿Hay en su propuesta un cuestionamiento o una crítica a la sociedad? Y ella responde, sin dudar, “en mi caso sí, yo hago casi siempre arte de denuncia”. Para ella es denuncia, para otros ha sido provocación. Ante lo cual ella opina que “así es como lo perciben otros, pero lo que sí quiero es provocar una reacción, un cuestionamiento”. Asegura que cada pieza está concebida desde un punto de vista crítico. “Es curioso cómo el público guatemalteco se escandaliza por una acción-ficción, pero no por la realidad. Lo que yo trabajo es tan radical porque soy guatemalteca; surge de dónde procedo, de qué estoy hecha, de qué imágenes estoy formada. Todo responde a que soy guatemalteca, si hubiera nacido en otro punto del mundo, definitivamente mi obra sería distinta”, recalca Galindo.

Así describe la mujer que caminó descalza por la ciudad con una palangana llena de sangre, mojando sus pies en ella y dejando huellas sanguinolentas en respuesta a la vuelta de Efraín Ríos Montt como candidato a la presidencia. “Soy violenta, soy agresiva. Por eso todo lo que hago es igual, es violento y agresivo. No soy violenta conmigo misma, sino es una cuestión más formal, hay una relación positiva entre yo y mi cuerpo. Pero sí, el resultado es visceral y violento, porque todas mis propuestas son de la realidad guatemalteca, del contexto latinoamericano. Porque esta realidad es violenta. Y ya nadie se conmueve”.

¿Por qué tanto escándalo por una mujer azotándose como metáfora de las mujeres asesinadas? Cuando es algo real, y a través de sus viajes puede hacer evidente una realidad que sucede aquí y que no trasciende. Fue en Venecia, también, donde hizo construir un pequeño cubículo blanco, completamente cerrado con bocinas que amplificaban el sonido. La obra se llamó Golpes, Galindo se introdujo en el pequeño recinto, sin ropa, y dentro de él se flageló 279 veces que era la cantidad de mujeres asesinadas ese año en Guatemala. Los espectadores, presenciaban aquel performance sonoro, donde sólo alcanzaban a ver el cajón, y escuchaban los gemidos y los golpes. Piel contra piel: “es una metáfora de que todo el mundo sabe qué pasa, lo escucha, pero no se ve exactamente la situación y nadie hace nada al respecto”. Fue con este performance, y los videos de Huellas, Himenoplastía y Piel que le dieron el premio y se abrieron las puertas para viajar.


Muestra itinerante
Por la forma en que habla, por la forma en que narra su vida, por cómo una acción la ha llevado por la ruta que transita, se percibe en ella a una mujer que sigue sus impulsos. Fue uno de ellos, lo que la hizo alejarse de Guatemala por dos años. Iba caminando por la calle con su perro, en la zona 3 de la capital, cuando se topó con una caja que contenía las piernas del cadáver de una mujer. En ese momento decidió que no podía más con esta realidad. “los barrios van cambiando, en mi barrio ya había mareros chiquitos, pero ahora se han hecho grandes y se han vuelto unos hijos de puta. Después de esa experiencia supe que debía irme a algún lado”, cuenta. Y, confiando en eso de la intuición, se hizo leer el I Ching. “fue una cosa bien rara, el I Ching decía que pusiera mar de por medio, conocí a un dominicano y con contactos conseguí un trabajo allá, a los diez días de estar allí conocí a mi chavo, me enamoré y me quedé un montón de tiempo”.
Y de República Dominicana fue a Venecia y ganó. Así empezó a tener invitaciones y contratos, y pudo dejar el trabajo de publicista que tenía y vivir de los contratos con galerías.

Son esos dos años de ausencia del país, de viajes por el mundo (se ha presentado en Italia, Francia, Albania, Canadá, entre otros) que le han dado una visión que ya intuía y que hacía evidente con sus performances. Con su ir y venir de un sitio a otro, le es posible contrastar los diferentes escenarios, las diferentes culturas, investigar a través de sus acciones.
“En cada lugar es distinto, lo chulo de trabajar en Guate es tener la libertad de hacer lo que a uno le da la gana. Nadie dice nada. Esa libertad o más bien libertinaje, que en algunos casos es positiva y que en otros definitivamente no. En la Dominicana no la tenía, hacía cosas en las que me cuidaba y decía: si me ve la policía me lleva presa”.
Sus acciones, además de generar preguntas en el auditorio, le sirven para medir la cultura en las que las desarrolla. El único performance que ha repetido en su vida fue el que la llevó a introducirse en una bolsa negra, de basura, y fingió ser un cadáver. Lo hizo en México y en Guatemala.

En México fue un escándalo, la gente al descubrir el supuesto cuerpo en la basura llamó a la policía y se reunió todo el que pasaba por allí a su alrededor para averiguar qué sucedía. En cambio en Guatemala: “no pasó nada, hubo un pepenador que me movió con el pie, sacó una radio que había debajo y siguió su vida, porque aquí se está tan acostumbrado a ver sangre, a ver muerte. Él pensaría: aquí han tirado a una mujer y ya alguien vendrá ¡se fue tan tranquilo!...”. Y su conclusión, después de eso y de vivir aquí es que “yo he visto muchos muertos en Guate, cosas terribles en Guate, hasta yo estoy acostumbrada. Estamos más enfermos que el resto de las sociedades. Esta descomposición social es como un cáncer”.

En sus acciones hay un compromiso, que ella misma reconoce. “Podría decirse que tengo un compromiso que yo misma me he impuesto. Me interesa contar lo que pasa aquí, utilizar mi cuerpo como un reflejo de lo que sucede en Guatemala a grandes magnitudes”.

La disciplina de la fragilidad
Soportar dolor, soledad, vértigo y la mirada -usualmente de incomprensión- de los demás.
Lo que empezó como una actividad casual, como una búsqueda de su propio camino, ha tomado forma y le ha dado un discurso que no es casual. “Definí cuál es mi trabajo e intento hacerlo bien. No tendría mucho sentido hacer algo ya hecho. Lo tomo como una investigación personal, tengo inquietudes y quiero respuestas”, explica.

Pero, exponer el cuerpo al dolor, o sin ir tan lejos, a la mirada sobre su cuerpo desnudo requiere control, “yo soy muy crítica conmigo misma. Cuando me preguntan cómo me fue en una acción, siempre digo: fue una mierda. Debe ser parte del desgaste de hacer una acción, y que las reacciones no son inmediatas”. Pero continúa haciéndolo y dice “es un poco depresivo porque te das cuenta que no cambia nada, pero es lo que decidí hacer y lo voy a seguir haciendo. Aunque tengo la certeza de que el arte no cambia el mundo”. Pero a pesar de esas depresiones, de esa certeza de que su voz puede evaporarse cuando acaban sus acciones callejeras, sigue experimentando.

Y sí, asegura que hay una cuestión de contención y de disciplina “yo misma me impongo mis propias acciones. Uno se va formando en el camino. Hay cosas que me han costado, y mucho”, como sufrir un ataque de vértigo en una acción en un edificio bombardeado en Albania para representar la metáfora de la fragilidad de la vida y explica “hay veces que estoy en medio del performance, y me digo ¡me odio, ¿por qué estoy haciendo eso?! Siempre hay momentos de titubear, cuando son obras de resistencia. Si perdés esa concentración, perdés todo. En un momento de debilidad se puede acabar la obra”.
Porque es muy diferente cuando se escribe un libro, cuando se hace cine, cuando se expone una pieza en una galería. Ella expone su cuerpo a un momento fugaz y en este sentido, dice, “existe una reacción emocional, una corriente de energía que traspasa al otro, que conmueve, molesta o da rabia. Algo siente ese espectador, tal vez sea por cinco minutos, luego se irá a casa y lo olvidará. Eso es un poco frustrante. Pero luego yo, al mes ya estoy haciendo otra cosa”.

El lienzo preñado
Regina José Galindo regresó a Guatemala hace un mes, procedente de República Dominicana. De allá viene con su pareja y en el vientre una niña que nacerá dentro de un mes y que ha sido quien la hizo volver: “quiero que mi chavita nazca en Guatemala, aunque no estoy segura querer que crezca aquí”.

Explica que fue un arranque ¿otro momento intuitivo? el que la hizo desear venir a dar a luz aquí, a pesar de ser consciente de esa realidad que la hizo irse hace dos años. Está su familia, dice, y el doctor en quien confía, pero que su hija crezca aquí es otra cosa. “Es súper pisado nacer y crecer aquí en Guatemala, las posibilidades de desarrollarse, de ampliar el panorama, de aprender a tener un pensamiento crítico y más abierto, son muy pocas. No sólo es un país chiquito, sino que es caótico y represivo. Yo me siento joven y me sigue costando. Todo ese caos de las maras es por la falta de oportunidades”.Pero decidió volver a este caos.

Ahora, explica, vive el papel de madre. “Estoy viviendo el momento de mamá, pero de mamá artista. Pienso que voy a seguir siendo artista, mi bebé lo sabía cuando decidió que yo fuera su mamá. Estoy metida en la onda de estar preñada. Pero mi visión de mamá es que mi hija no será el centro de mi vida, mi hija será lo más importante, pero no el centro”.

Y dicho y hecho, se levanta con el prominente vientre cubierto apenas por una diminuta camiseta, y explica que tiene que ir a buscar material para otro performance, del que no da detalles. Pero seguramente será material que a algunos escandalice y a otros emocione. Otra escena creada a partir de una noticia del diario para que muchos se hagan los ofendidos o abran sus ojos a una realidad que se ha convertido casi en paisaje.

Fuente: Este-Pais.Com

Como muestra una de sus obras, denominada "Huellas"



Honestamente es de mucho orgullo que en Guatemala existan, artistas tan comprometidos a entregar su mensaje de esta manera, es muy fácil ser ordinario pero es difícil nadar contra la corriente, mas cuando tu país es liderado mayormente por una sarta de ignorantes, retrógradas a las cuales el arte les vale verga. Es tan cierto el hecho que acá, primero tiene que aprobarlo en el extranjero para que les guste, de lo contrario siempre preferirán algo que viene de afuera, porque yo lo explico de esta manera, cuando a alguien le enseñan un espejo tiene dos opciones de reacciónar diferente, o les gusta o no, entonces es más fácil tomar cualquier cosa del extranjero, antes que algo nacional.


Pienso que eso es algo recurrente en la manera de pensar de muchos pueblos latinoaméricanos, en los que el arte se ve como algo que no te va a dar de comer y por ende, es algo absurdo, es parte de nuestra generación el hacernos valer, mediante arte, mediante las ciencias, mediante cualquier campo en el que querramos resaltar, y demostrar a los escépticos que en este pequeño país hay muchas ideas grandes, y es normal que el miedo y la ignorancia, vuelvan a alguien escéptico del arte y mas que todo si es arte conceptual propositivo como el de Regina. Falta mucho tiempo para que se le de el espacio que necesita, pero a la larga es muy reconfortante saber que hay personas de nuestra generación que aún quieren vivir en un lugar mejor. Que estamos esperando para usar nuestra voz?

Para ver su web oficial clic aqui.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

astral...

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